El buen segundo Entrenador
6 agosto 2012 | Por lorenzo | Categoria: FĂștbolEn un fĂștbol como el actual, donde existen infinidad de tareas y aspectos a trabajar es imprescindible delegar y contar con un buen grupo de trabajo para dirigir con Ă©xito un equipo de fĂștbol y poder abarcarlo todo. El trabajo compartido multiplica conocimientos y se enriquece con distintos puntos de vista que provocan interesantes reflexiones. Cada especialista en su parcela, y el mĂster al frente de todas ellas. Cualquier pieza del engranaje tiene su importancia, pero el trabajo sordo del segundo entrenador es imprescindible para todo entrenador y para los futbolistas.
A mi entender, la figura de un buen segundo entrenador debe tener una serie de caracterĂsticas o virtudes :
- Ser de un perfil discreto. Una persona cómplice, confidente del entrenador y totalmente hermético con las diferentes situaciones que se viven en un vestuario y en la relación entre ambos.
- Debe ofrecer, no solo conocimientos que complementen al entrenador, sino una visiĂłn crĂtica cuando fuese necesario a la hora de valorar el funcionamiento y el rendimiento del equipo, sin sopesar la repercusiĂłn ni la opiniĂłn que pueda tener el entorno del equipo o el propio entrenador acerca de su opiniĂłn.
- Aportar al entrenador un equilibrio emocional a la hora de gestionar el vestuario y afrontar la competiciĂłn que compense su carĂĄcter, su temperamento y lo ayude a sortear los momentos de mĂĄs tensiĂłn.
- Ser una persona leal, para poder conseguir un buen entendimiento y una complicidad mĂĄxima desde la confianza y fidelidad que transmite, vital a la hora de abrirse y expresarse plenamente.
- Ejercer el papel de bueno con los futbolistas, los cuales deben verlo como la figura a la que pueden recurrir siempre ante cualquier contratiempo. Aquella persona que intercede en los conflictos con mano izquierda, Â sabe enmascarar algunas de las decisiones del entrenador y hace de interlocutor entre Ă©ste y la plantilla en algunos momentos.
Si ademĂĄs, es capaz de entender y soportar las manĂas y el comportamiento obsesivo que tenemos muchos entrenadores durante la competiciĂłn, se trata del ayudante perfecto.