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El balear pierde ante el canadiense por 1-6, 7-5,  6-2 y termina cojeando de su pie izquierdo

Un sufridor Rafa Nadal cayó en los octavos de final de Roma tras perder ante el canadiense Denis Shapovalov, que le tumbó en una dura batalla (1-6, 7-5, 6-2 en 2 horas 37 minutos). Lo peor que al manacorense se le vio muy tocado en el pie izquierdo. Su cojera se hizo evidente en la tercera manga.

Los anteriores partidos entre el canadiense y Nadal habían resultado un suplicio para el balear. Los había sacado adelante pero al límite. Al quinto set le llevó en el último Open de Australia y al tercero el año pasado, también en Roma. Esta vez ocurrió lo mismo tras diversos vaivenes.

Nadal salió a la pista dispuesto a no especular, a mandar desde el principio sin esperar los errores del rival. Le funcionó de entrada todo su arsenal. Su derecha convincente. Su seguro revés. Un saque competitivo. Con estos argumentos Shapovalov rápidamente se vio superado. Aguantó su saque en un primer tirón con muchas dificultades pero después Nadal pasó por encima suyo como un torbellino. Le rompió el servicio en el cuarto juego y después en el sexto para rematar un set casi perfecto en 40 minutos (6-1).

En la segunda manga el panorama se complicó para Nadal, que dilapidó las opciones de quebrar el saque de su adversario y a continuación lo perdió. En un visto y no visto Shapovalov se puso 0-3 con una estrategia muy clara. Servicios muy abiertos que sacaban de la pista a Nadal. O era ace de Shapovalov o resto forzado del manacorense. Había que tirar de paciencia. Nadal volvió a esperar su momento e igualó la manga a cuatro tras tres juegos durísimos en los que resistió. Pero cuando parecía que había hecho lo más difícil cedió el set en un juego que parecía tener dominado. Del 30-0 a perder el saque y el parcial (7-5). Ya se pasaban de las dos horas de partido y quedaba todo por decidir.

Entonces Nadal empezó a cojear de forma ostensible en su pie izquierdo. Cada vez le costaban más los apoyos y no pudo seguir dando réplica a Shapovalov, que le acabó superando por 6-2. Una dura derrota y que puede traer consecuencias, con Roland Garros a la vuelta de la esquina.

La Vanguardia