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Las estadísticas son en ocasiones muy reveladoras. En el caso del Mallorca delatan una franca progresión. En los dos últimos meses el equipo ha evolucionado de forma muy positiva y lo ha hecho resolviendo el mayor de sus problemas: el gol. 14 tantos marcados en los últimos 8 partidos. Un cambio brutal si tenemos en cuenta que en las 7 primeras jornadas sólo logró 2. Además, lleva 4 jornadas consecutivas marcando 2 goles, algo impensable si hubiera continuado la tendencia de comienzos de temporada.

A nivel de resultados la mejora es también evidente. Una sola derrota en los siete últimos partidos, por la mínima y en el campo del líder, el Levante. Son Moix sigue siendo un territorio vedado en el que sólo pudo ganar el Reus en la primera jornada de Campeonato y fuera de casa el rendimiento del equipo es mucho más estable.

Ahora bien, más allá de los números la pregunta clave es: ¿hacia dónde va el Mallorca? Hacia el mismo lugar que el 99% de los equipos de Segunda División, hacia lo desconocido. Esta categoría es tan igualada que lo decisivo serán las cinco últimas jornadas. Llegar ahí bien colocados y dar un paso al frente en el sprint final supondrá la diferencia entre el éxito y el fracaso.

La consecuencia más positiva que extraigo de esta evidente reacción de la plantilla es su mejora competitiva, y en eso sí que le doy mucho mérito a Vázquez, aunque sigo pensando que no es el entrenador idóneo para el Mallorca porque le falta la valentía suficiente para ir a por los partidos desde el principio. El equipo entrega por sistema las primeras partes y eso le obliga a ir luego a remolque. El choque de ayer ante el Sevilla Atlético es el mejor ejemplo. O el de hace dos semanas ante el Córdoba.

Quedan cuatro partidos para cerrar 2016: sólo uno en casa (Valladolid) y tres fuera (Elche, Almería y Numancia). Salir de este tramo tan complicado del calendario con seis puntos sería un gran éxito. Lo principal es estar ahí, en la pomada. Luego, Dios proveerá…

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