Entrenamiento en Etapas de Formación; » Ganar ligas jugando al pelotazo es como sacarse una carrera copiando, al final, lo único que te queda es el título”.
23 enero 2013 | Por lorenzo | Categoria:Cuando hablamos de formación, lo primero que hay que tener en cuenta es que el objetivo principal de nuestros entrenamientos es hacer crecer al jugador, lograr que el niño evolucione futbolísticamente. Esta progresión será el objetivo principal de toda la etapa de formación de cualquier jugador, por encima de los resultados que se obtengan a nivel competitivo, los cuales no hay que olvidar debido a que la competición es un pilar fundamental del aprendizaje.
El objetivo no es aprobar, es aprender. Si el jugador aprende, estaremos cada día más cerca de los buenos resultados.
¿Cómo ha de ser esta evolución?
Nuestro objetivo principal es formar jugadores inteligentes, jugadores que sepan comprender el juego, y que por supuesto, dominen al máximo todos los principios tácticos que requiera la o las posiciones a las que vayamos a orientar su futuro. Jugadores, en definitiva, que cuando salgan de juveniles tengan un nivel óptimo en todas sus estructuras: emocionales, socioafectivas, condicionales, técnicas, tácticas…
En este proceso de enseñanza-aprendizaje lo más importante es hacer que el jugador se sienta parte principal de dicho proceso. El jugador no es una herramienta con la cual vamos a intentar conseguir resultados en forma de victorias, el jugador es un niño al que debemos enseñar a jugar a fútbol, que debe comprender qué está haciendo, qué se le está pidiendo y, sobretodo, porqué?
Debemos crear jugadores capaces de pensar, de decidir, de elegir la mejor opción en cada momento del juego. No podemos crear jugadores que solo respondan a nuestras indicaciones, jugadores robot que automaticen todo lo que el entrenador quiere y que lleguen al punto de necesitar que el entrenador le indique en cada momento del partido qué tiene que hacer, a quién se la tiene que dar o qué decisión ha de tomar.
¿Cómo lograremos esto?
Es un error común en entrenadores de fútbol base el querer automatizar prácticamente todas las fases del juego y, especialmente, las fases del juego ofensivas, donde tenemos el balón.
Son muchos los entrenadores que automatizan salidas desde atrás mediante movimientos predefinidos y son más aún los que lo hacen automatizando jugadas de finalización, que en los partidos pocas veces salen como las habíamos entrenado. Esto para mí es un error.
Es un error por varios motivos, el primero es que nos olvidamos de dos fases esenciales del juego: la transición defensa-ataque y la transición ataque-defensa. Estos dos momentos del juego son los más importantes y, por desgracia, son los que más se suelen dejar de lado.
Cualquier jugada de ataque viene predecida de una recuperación de balón, bien porque el equipo rival haya finalizado la jugada sin éxito o porque nuestro equipo haya recuperado el balón. En el primer caso nuestro ataque se inicia desde balón parado o en manos del portero, lo cual nos permite colocarnos para iniciar el ataque como habíamos imaginado en nuestros automatismos, aunque se nos olvida pensar que el rival también va a tener tiempo de colocarse, y muy probablemente no lo haga como nosotros imaginábamos, y si lo hace, quizá no actúe como esperábamos, e incluso, en caso de actuar de forma parecida a lo que nosotros imaginamos cuando entrenamos ese automatismo de salida desde atrás siempre habrá matices que modificarán las posibilidades de respuesta de nuestros jugadores. Qué pasa cuando nuestro central recibe del portero y no puede dar el pase que le habíamos pedido porque esa línea de pase está tapada? Qué ocurre si nuestros mediocentro y laterales se encuentran cubiertos hombre a hombre y no son capaces de crear un espacio para recibir? Qué ocurre si lo que habíamos planeado no es posible de realizar? En este caso, al tener el balón el portero, aún tendremos suerte de poder golpear arriba y sacar al equipo, pero mi pregunta es: habíamos entrenado al jugador para que fuera capaz de decidir en cada situación? O le habíamos entrenado para ejecutar una o varias opciones predefinidas que finalmente no pudieron realizarse?
Ese es el error, mecanizar y automatizar sin darle al jugador una formación rica en tomas de decisión, una formación basada en entrenamientos donde el jugador entrena esa toma de decisiones y cree en su interior una estructura cognitiva que lo haga capaz de aplicar lo aprendido en función de lo que va ocurriendo en el juego. Es decir, conseguir que el jugador obtenga un aprendizaje significativo.
Volviendo a las dos situaciones anteriores, en el segundo caso, si el balón lo hemos recuperado en juego y debemos iniciar una jugada de ataque, ya sea contraataque, juego directo o ataque combinativo con temporizaciones, en cualquier caso, nuestro equipo estará aún colocado en situación defensiva, con los laterales y extremos cerrados para defender, sin profundidad atrás ni adelante, y por tanto, con pocas opciones o ninguna, de llevar a cabo esos automatismos que habíamos entrenado para situaciones de ataque. Estamos en una situación de transición defensa-ataque y, por desgracia, no la hemos entrenado.
Habíamos entrenado una jugada de finalización partiendo de mediocentros, de centrales o de laterales, colocados en la posición ideal para realizar una jugada de ataque, seguramente incluso ya en campo contrario, con todas las facilidades para llevar a cabo ese automatismo tan bonito que habíamos previsto en nuestra pizarra.
Pero la realidad no era esa, la realidad era que habíamos recuperado un balón en campo propio, o en centro del campo rival, y no teníamos a nuestros jugadores colocados para iniciar una jugada de ataque, debíamos temporizar para adoptar esas posiciones y luego iniciar el ataque, en definitiva, nuestro jugador debía decidir ya, en ese preciso instante, en esa posición concreta, y os aseguro que si no habíamos entrenado esa situación de desorden táctico producida por el ataque rival difícilmente podremos ni si quiera intentar llevar a cabo esas jugadas predefinidas que habíamos entrenado.
¿Cómo creamos jugadores inteligentes?
Muchos estaréis pensando ahora que para ese tipo de situaciones ya hacéis las conservaciones, los juegos de posesión con comodines o sin ellos, donde se producen constantemente pérdidas y recuperaciones. Muy bien, pero lo hacéis de forma estructurada? Lo hacéis con direccionalidad de juego? Es decir, los jugadores están colocados en base a vuestro sistema de juego? Hay un lugar o meta a la que llegar y hacia la cual podamos orientar el ataque? O simplemente están los jugadores repartidos por el cuadrado de juego esperando mantener la posesión sin más?
Quien crea que con automatismos de salida de atrás, conservaciones y jugadas de finalización ya está entrenando todos los momentos del juego es que no se ha parado a analizar el juego con detenimiento. Las fases de transición ataque-defensa y defensa-ataque son los momentos más importantes del juego, son la base de cualquier modelo de juego y, por supuesto, deben ser la base principal del entrenamiento. Son el nexo entre el ataque del rival y el mío, entre mi ataque y el del rival, son el juego en plenitud, son las situaciones constantes que se dan en un partido, y por desgracia no las estamos entrenando, o al menos no de la forma idónea.
¿Cómo deberíamos entrenar entonces?
La metodología de trabajo en fútbol base depende mucho de la edad y categoría de tus jugadores. Las limitaciones técnicas son un factor determinante de las posibilidades que tendremos a la hora de orientar el entrenamiento de una forma u otra.
Es evidente que, desde los más pequeñitos de la escuela hasta los juveniles, la metodología de trabajo no será la misma, aunque deberíamos intentar siempre que tuviera muchos puntos en común. No voy a profundizar en el tipo de metodología que yo utilizaría en cada categoría, pero si que hablaré de los pilares básicos en los que ha de basarse el proceso de entrenamiento.
Tal y como hemos explicado en todo este documento, lo más importante del proceso de enseñanza-aprendizaje es que el jugador entienda el juego, que sea capaz de decidir en milésimas de segundo. Pero no debemos olvidar que sus capacidades técnicas determinarán en la mayoría de ocasiones el éxito o el fracaso de sus acciones. Es ahí, donde el jugador ha de ser también inteligente, ha de conocer sus capacidades y sus defectos, ha de saber cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, para decidir en cada momento qué hacer y qué no intentar.
Un jugador con un nivel técnico limitado no debería intentar realizar conducciones largas ni pases complicados. Si es listo tomará una decisión basada en sus capacidades y no en sus propensiones. Debe saber lucir sus virtudes y disimular sus defectos, si lo logra en beneficio propio y del equipo será un gran jugador, un jugador inteligente, sin necesidad de ser un portento técnico ni de calidad.
Para que nuestros jugadores sepan actuar de esta forma no podemos inculcarles situaciones mecanizadas, memorizadas, automatizadas que deban llevar a cabo en ese momento del partido. Debe tener la libertad para poder decidir, la capacidad para decidir bien, y por supuesto, debe tener claras cuáles son sus opciones en ese momento, y eso es, en definitiva, lo que debería enseñarle el entrenador.
El entrenamiento debe mostrarle al jugador todas las posibilidades que puede tener en cada momento del juego para que sea él el que decida cómo actuar. Ahí será donde entre la calidad del entrenamiento y del entrenador, en su capacidad de darle a cada ejercicio un amplio abanico de posibilidades abiertas, modificables e imprevisibles, que enriquezcan al jugador y lo hagan, en definitiva, más inteligente.
Esas opciones son la base de nuestro modelo de juego, es la esencia de nuestra idea como entrenadores, es el “qué queremos de nuestro equipo”, es el “cómo queremos que jueguen nuestros jugadores”, es sin duda alguna lo que marcará nuestro estilo de juego y nos definirá como entrenadores. Es en lo que debemos de trabajar cada día, para intentar mejorar nuestro juego y hacer que nuestros jugadores evolucionen individualmente y en colectivo, por encima de los resultados.
Para concluir aprovecho para mandar un mensaje:
“Ganar ligas jugando al pelotazo es como sacarse una carrera copiando, al final, lo único que te queda es el título”.
Formemos jugadores por encima de nuestro palmarés, somos formadores, entrenadores de fútbol base, es nuestra obligación no caer en el error de priorizar nuestros resultados sobre el aprendizaje de los niños y jóvenes, para eso ya está el rendimiento. Hagámosle un favor a nuestros chicos, enseñémosles a amar este juego.